¿Qué tal? ¿Como estáis? Espero que todo vaya bien dentro de estar circunstancias tan especiales. Hoy vengo con otra de esas historias que tras un tiempo te ríes o piensas en la suerte que has tenido en el camino de los viajes y andares por el mundo.

¿Recordáis como en anteriores episodios os contaba como me había dormido en el lugar equivocado y terminé haciendo autostop para poder regresar a casa? Podéis leerlo aquí mismo para entender esta saga. Pues este viaje no dejé de liarla hasta el último momento pero comencemos por el principio.

Me levanté temprano para aprovechar a dejar unas copias de todo el material listo. Es una costumbre que tengo, no sé si buena o mala pero siempre me gusta volver con copias de todo en al menos dos sitios diferentes. Ricardo dueño del alojamiento donde me quedé a dormir que vuelvo aquí a recomendar encarecidamente, me llevó hasta el aeropuerto a la hora acordada gratuitamente.

La verdad que por experiencia de otras ocasiones yo llegué al aeropuerto con suficiente tiempo, nunca facturo equipaje y voy casi siempre solo con equipaje de mano además del check-in realizado. Eso me supone que normalmente nunca tarde más de una hora en pasar controles y todo lo que sea necesario pero parece ser que esta vez no hubo tanta suerte. Por el motivo que fuese que fue más lento de lo habitual y esto me hizo correr en todo el control hasta llegar al embarque.

Siempre llevo equipaje de mano y el check-in realizado, me agobia esperar mucho tiempo en el aeropuerto.

Siempre, os lo puedo asegurar y repito, siempre soy la persona más súper paranoica para revisar donde tengo cada cosa, sobre todo en lo que se refiere a tecnología (entiéndase cámaras, dron, portátil, teléfono móvil…) Llevo organizado todo de forma que al llegar al control solo tenga que sacarlo de forma sencilla y volver a meterlo todo agarrando solo 2 bandejas.
Como siempre el mismo procedimiento, el portátil en una sola bandeja y en la segunda bandeja dejo todo lo demás que pueda ser metálico metido en los bolsillos de la chaqueta que lleve con cremallera, así evito cualquier perdida. Ademas ayuda que al pasar el control es más rápido y cómodo coger una bandeja con todas las cosas posarla encima de la bandeja del portátil y poder ir a las mesas donde te recompones recogiendo tus cosas.

Bueno tras una pequeña carrera para llegar al embarque, me subo al avión con normalidad y despegamos, es un vuelo corto pero había dormido bastante bien así que me dije bueno voy a ir revisando fotos, editando etc etc y os voy a resumir mi reacción cuando abrí la mochila.

YO al abrir mi mochila

¡¡¡Mi portátil no estaba!!! todo era en plan… ¿pero en que momento lo perdí de vista? haces la secuencia un millón de veces a la par de que piensas ¿no será posible dar la vuelta al avión y a ver si lo puedo recoger? Jajaja.
Asumes que hasta la llegada no vas a poder hacer nada (menudo viajecito me esperaba de darle vueltas a la cabeza) Pero que pensáis que esto no se puede poner más emocionante, pues os equivocáis.

No sé con que me arañé pero entre tanto llevarme la mano a la cara, dar vueltas en el sitio para ver si lo había dejado en algún lugar – yo que sé -engullido por mi culo por ejemplo. Pues con algo me raspé o algún granito debí de tocarle la fibra que empecé a sangrar por la nariz como si aquello fuera la matanza de Texas (no tenía pañuelos) y tuve que hacer un cambalache para detener la hemorragia que ni House.